¿Y si hiciéramos el Grand Tour hoy día?




El Grand Tour era el viaje más esperado y, en la gran mayoría de los casos, el único. Servía de iniciación a la vida adulta, de recreo, de regocijo y para airearse en países mediterráneos. Desde mediados del siglo XVIII hasta la implantación del ferrocarril, la aventura de los jóvenes del norte de Europa y Gran Bretaña (sobre todo varones, pero también alguna muchacha afortunada de familia liberal) se llamaba Grand Tour.


¿Qué era el Grand Tour? ¿Cómo se hacía?

Vayamos lenta y pausadamente, como antaño, y expliquemos la odisea. El Grand Tour estaba reservado a la élite aristocrática y la alta burguesía de los países más al norte de Europa. En esencia, era un viaje de fin de carrera o de estudios en el que se mezclaban los placeres y las aventuras con destino hacia lo que un día fue el antiguo Imperio Romano. Es decir, desde Londres, Berlín, París o Praga salían cada año cientos de veinteañeros rumbo hacia el sur en un viaje que se consideraba necesario para su vida adulta. La primera escala siempre era París y, desde allí, se llegaba hasta Italia (Milán, Verona, Pisa, Venecia, Florencia y, finalmente, Roma). Los más afortunados, aquellos que disponían de más tiempo y una economía más desahogada, pasaban a Grecia, tras una escala en Nápoles, e incluso hasta lo que hoy se conoce como Medio Oriente (éste fue el Grand Tour del poeta Chateaubriand). Aunque, en principio, España no estaba en la ruta, conforme iba avanzando el siglo XIX numerosos viajeros ingleses llegaban hasta la antigua Al-Ándalus guiados por el aura mágica de los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving. Independientemente de lo lejos que se llegara, el Grand Tour tenía como fin último Roma para conocer de primera mano las ruinas de lo que un día fue la mayor civilización sobre la Tierra. Sin Roma no había Grand Tour.

Los viajeros iban pertrechados con útiles de pintura, dibujo y muchos cuadernos para la escritura que, luego se publicaban en forma de diarios. El más conocido es el Viaje a Italia de Goethe quien se quedó tan enamorado del emplazamiento que, incluso, pasó varios meses recorriendo la Ciudad Eterna.

Ni que decir tiene que el periplo necesitaba meses de preparación. Se estudiaban los recorridos para evitar rutas de bandoleros, se preparaba un lujoso, exhaustivo y pesado equipaje gestionado por varios criados que viajaban con el afortunado joven. Se mandaban cartas de petición de alojamiento a la nobleza local para que acogiera a tan ilustres huéspedes y, una vez todo estaba listo, un mentor de confianza de la familia, al menos veinte años mayor que el protagonista, hacía de carabina para que el muchacho y/o la señorita no cometiera ninguna locura, sobre todo de tipo amorosa. A la vuelta, el Grand Tour daba prestigio, cultura, caché y temas de conversación en las reuniones de sociedad.




¿Por qué terminó? ¿Podemos hacerlo hoy en día?

Con la llegada del ferrocarril de largo recorrido, sobre todo el conocido Orient-Express que se adentraba desde Londres (pasando por París, Suiza y Venecia) hasta Roma, fue paulatinamente acabando con la costumbre. Los viajes se hicieron más rápidos sin dar lugar al reposo que necesitan los estudios y la escritura.

Por supuesto, hoy, como ayer, podemos hacer nuestro propio Grand Tour o nuestro particular viaje de iniciación. El destino, por supuesto, debe ser Roma y, sobre todo, los alrededores de la actual Plaza de España por donde paraban los poetas ilustres de siglos pasados (desde Lord Byron, Stendhal o Keats, hasta Shelley o Ruskin). Lo mejor es hacerlo en tren o más lentamente, incluso, en coche, preparando nuestra propia ruta según gustos y necesidades. Con lo que respecta al alojamiento, encontrar hoteles con encanto en Roma será hasta fácil, ya que parte de la antigua aristocracia local, venida a menos y en un intento por sobrevivir, ha habilitado sus antiguas casas señoriales y, además, está Internet, herramienta que facilita sobremanera la búsqueda.

Si estás dotado para la pintura que no se te olviden tus lápices y pinceles. Si escribes, debes anotar todas tus impresiones de viaje. Con estas pequeñas anotaciones podrás sentirte como los antiguos viajeros del pasado y descubrir Roma como un auténtico poeta.



Candela Vizcaíno

1 comentario:

Candela Vizcaíno dijo...

Gracias Ana por la publicación. Seguimos en contacto con los temas pendientes. Candela

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